Digo en "Cuéntalo bien" que nunca he sabido, por ejemplo, cómo calculan las cifras de "Muertos por causa del tabaco". Tampoco sé cómo pueden calcular los hosteleros las pérdidas que hoy anuncian por culpa de la ley antitabaco.
Lo que sí sé es que una de las cosas más complicadas de desarrollar guiones es trabajar la causalidad en la trama. El famoso "por tanto... por tanto... por tanto..." en vez de "y luego... y luego... y luego". Las causas y sus efectos son difíciles de detectar en la vida real. En la ficción, más que detectarse, se inventan: de entre todas las posibilidades, el autor elige las que más le convienen.
Como con lo del tabaco. A mí, para pasmo de amigos y conocidos, la nueva ley no me afecta demasiado. Ahora paso más tiempo, de ocio y de negocio, en casa. Ahí sí que tengo clara la causa efecto: si no puedo fumar en los bares, paso menos tiempo de bares. A partir de ahí, no sé: que bajen los ingresos de la hostelería puede ser por causa de la ley antitabaco o de la crisis. Si el turismo aumenta, puede ser porque hubiera extranjeros que se resistían a venir a España por no exponerse al veneno ambiental. Si desciende el turismo, igual es que muchos extranjeros venían a España de juerga insana. Si ahora todos dejamos de fumar, ¿el efecto será que el Estado se forrará al ahorrarse los gastos de nuestras enfermedades tabaquistas? ¿o se arruinará al quedarse sin nuestros impuestos y tendrá encima que pagar más pensiones porque viviremos cien años, frescos y rozagantes, sin nuestras enfermedades tabaquistas? ¿Serán en general buenos o malos los efectos de la ley antitabaco? Y, sobre todo, ¿cómo vamos a saberlo nunca? ¿No dependerá siempre del narrador, de quien exponga esa relación de causa efecto?
Por eso yo no argumento en pro o en contra de la ley. El tiempo dirá si fue oportuna -lo dirá pero no lo entenderemos o tergiversaremos sus palabras. Entretanto aquí estoy, divinamente, en casa, fumándome un pitillo, sin incordiar a nadie.