Sentido Común, en El Periódico

Borja Cobeaga, 13 diciembre 2007

Un amigo guionista que como yo desconfía de los manuales de guión (esos que ponen normas sobre “cómo convertir un buen guión en un guión excelente” y demás milagros de panes y peces) me recomendó hace poco un libro del susodicho género. Y he de decir que no me decepcionó. Se titula Cuéntalo bien, y su autora es Ana Sanz-Magallón, prestigiosa analista de guiones que escribe con estilo sencillo y divertido lo que ella llama un “no manual” sobre la narración. Lo que más me atrajo de este librito (lo llamo así porque apenas pasa de las 140 páginas y porque nunca he considerado la palabra librito como algo negativo) es su subtítulo: “El sentido común aplicado a las historias”.

Según Sanz-Magallón, todos sabemos contar historias. Lo hacemos en el bar, en las cenas con los amigos o en la cola del autobús. Claro que algunos tienen más pericia que otros, pero instintivamente cualquiera sabe que las historias contienen un principio, un nudo y un desenlace, un protagonista y un antagonista, una actuación y una consecuencia. Es nuestro sentido común el que nos dicta nuestra capacidad narradora. Para situarnos en el entorno cotidiano y no en el mundo de los grandes relatos, la autora no utiliza ejemplos de películas ni novelas ni de otros manuales sino que analiza chistes, leyendas urbanas o historias de hoguera.

La principal virtud de Cuántalo Bien es que encadena “verdades de Perogrullo”. Sanz-Magallón pone en papel esas obviedades que ya sabemos (pero que necesitamos recordar) quienes nos dedicamos profesionalmente a contar historias o quienes queremos ser los más ingeniosos en una comida familiar. De hecho, lo bonito del libro es que podría llevar este eslogan: “Aprende a no dar el coñazo a tus amigos contando anécdotas sin gracia”.

Cuando mi madre quiso aprender a manejar un ordenador me pidió ayuda. Mis consejos fueron “Usa la lógica” y “sigue tu intuición”, a lo que ella me replicó: “Vaya porquería de consejos”. Dos años después, mi madre sabía más de ordenadores que yo así que mis enseñanzas no debieron ser tan malas. Lo mismo pasa con los “briconsejos” de este librito: usa el sentido común y tu historia llegará mejor al público. Me aplico el cuento.