Secuencias arrozlechistas

De un post de Carlos García Miranda en la muy recomendable página de bloguionistas:

"En el segundo acto había ligeros avances, pero también muchas secuencias de “arroz con leche”, del tipo:

HECTOR
(preocupado)
Jacinta, ¿te acuerdas lo que pasó en esa habitación?

JACINTA
(tocada)
Pues claro que me acuerdo… No he podido olvidarlo.

HECTOR
(angustiado)
Nunca debiste contármelo…

JACINTA
Tenías que saberlo, algún día lo harás tú…

HECTOR
(con miedo)
¡No, saldrá mal! Déjalo, no quiero volver a hablar de ello.

Así durante dos páginas. ¿De qué estaban hablando? Pues de la receta del arroz con leche. O sea, de nada, pero aparentemente de algo supermisterioso porque en esta serie lo de “arriba arriba” y “de más a más” era la religión. Hubo muchas secuencias arrozlechistas con avances tramposos, pero, ¿sabéis qué? Colaban".

Con este post se montó una polémica tremenda porque había quienes acusaban al autor de despreciar a la audiencia o de querer vengarse de la productora o de ser un jactancioso. Es el riesgo de los blogs, que escribes pensando en un tipo de lector pero resulta que te lee otro tipo de lector, y se lía parda.

Pero yo a lo que iba es a lo de secuencia "arrozlechista", que me parece un palabro maravilloso. Como no he visto la serie en cuestión, no sé qué tal estaban esas secuencias, pero me puedo creer que al público le funcionaron. Y es que uno de mis últimos descubrimientos es que las trampas funcionan, que el efectismo no cabrea a la gente tanto como me cabrea a mí, y que lo que guionistas y desarrollistas y expertos varios juzgan elegante tiene poco que ver con lo que al público le mola. Es un descubrimiento desasosegador, porque últimamente cuando en una reescritura me preguntan "cuál de estas opciones creo que es la mejor" tengo que pensar cuál me parece la elegante y la bonita, y entonces me asalta la sospecha de que posiblemente funcione mejor la otra.

Me recuerda a un viaje a México que hice con unas amigas. Cuando llegábamos a algún cruce me decían: "¿Tú por dónde irías?". Conociendo mi sentido de la orientación tomaban, invariablemente, la dirección contraria. Y solían acertar. No me tiro piedras contra mi propio tejado, no, porque también está bien una story editor que te sugiere siempre la opción que no deberías tomar...