Protagonistas, acciones, decisiones, polvos, lodos.

"Cuando se llega a cierta edad, uno deja de ser el protagonista de sus acciones: todo se ha transformado en puras consecuencias de acciones anteriores. Lo que uno ha sembrado fue creciendo subrepticiamente y de pronto estalla en una especie de selva que lo rodea por todas partes, y los días se van nada más que en abrirse paso a golpes de machete, y nada más que para no ser asfixiado por la selva; pronto se descubre que la idea de practicar una salida es totalmente ilusoria, porque la selva se extiende con mayor rapidez que nuestro trabajo de desbrozamiento y sobre todo porque la misma idea de ‘salida’ es incorrecta; no podemos salir porque al mismo tiempo no queremos salir, y no queremos salir porque sabemos que no hay hacia dónde salir, porque la selva es uno mismo, y una salida implicaría alguna clase de muerte o simplemente la muerte. Y si bien hubo un tiempo en que se podía morir cierta clase de muerte de apariencia inofensiva, hoy sabemos que aquellas muertes eran las semillas que sembramos de esta selva que hoy somos.
Sin embargo hoy vi, hacia la caída del sol, el reflejo de unos rayos rojizos del sol en unos ladrillos de cerámica barnizada, y me di cuenta de que aún estoy vivo, en el verdadero sentido de la palabra, y de que aún puedo llegar a situarme en mí mismo: todo es cuestión de encontrar cierto punto justo, mediante cierta voltereta espiritual; no puedo evitar la maraña de consecuencias, no puedo pretender ser el protagonista, otra vez, de mis acciones, pero sí me es posible rescatarme dentro de esas nuevas pautas, aprender a vivir otra vez, de otra manera. Hay una forma de dejarse llevar para poder encontrarse en el momento justo en el lugar justo, y este ‘dejarse llevar’ es la manera de ser el protagonista de las propias acciones ––cuando uno ha llegado a cierta edad".

Mario Levrero, "El discurso vacío"; gracias Jesús Olmo por enviar la cita.