kishōtenketsu y la paz mundial

Traducir me da pereza, pero este artículo lo merece -aunque sea sin esmerarme demasiado con el estilo:

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En Occidente, la trama se basa en el conflicto: un enfrentamiento entre dos o más elementos, en los que uno al final vence al otro. Las estructuras típicas de tres o cinco actos tienen el conflicto inscrito en sus mismas bases. Un "problema" aparece hacia el final del primer acto y el segundo acto se centra en el conflicto generado por este problema. El conflicto se usa para involucrar al lector, incluso en muchas narrativas post modernas que en lo demás desafían la estructura tradicional.
La necesidad del conflicto se enseña como una especie de dogma en los talleres de escritura y en las "guías de internet" para escribir. Una trama sin conflicto se considera aburrida, algunos llegan a decir que es imposible. Esto ha influido no solo en la ficción sino en la escritura en general -incluso la filosofía. ¿Hay algo de verdad en esta creencia? ¿La trama depende necesariamente del conflicto? No. Son afirmaciones basadas en la cortedad de miras occidental. Durante siglos, los escritores chinos y japoneses han usado una estructura que no se basa en el conflicto sino que emplea la exposición y el contraste para generar interés. Esta estructura se conoce como kishotenketsu.
El Kishotenketsu tiene cuatro actos: introducción, desarrollo, giro y reconciliación. Las bases de la historia (personajes, localización, etc.) se establecen en el primer acto y se desarrollan en el segundo. No hay grandes cambios hasta el tercero, en el que aparece un nuevo, y muchas veces sorprendente, elemento. El tercer acto es el centro de la trama, y se puede pensar como una especie de "non sequitur" estructural (la conclusión no se deriva de la premisa). El cuarto acto establece una conclusión del contraste entre los dos primeros actos y el tercero, desconectado de ellos, reconciliándolos así en un todo coherente. El Kishotenketsu es más conocido en Occidente como la estructura de los mangas yonkoma japoneses.
El comic ilustra este concepto (ver artículo original)

Cada cuadro representa uno de los cuatro actos. La trama resultante (y es una trama) no contiene ningún conflicto. Ningún problema coarta al protagonista, nada se enfrenta a nada. Sin embargo, el giro en el cuadro 3 impone un dinamismo -un caos, quizá- que evita que el comic muestre solamente una serie de eventos. El cuadro 4 reinstaura el orden mostrando cómo los dos primeros cuadros conectan con el tercero, lo que permite un final satisfactorio sin necesidad de una victoria épica. Se diría que el último cuadro unifica los anteriores. La estructura occidental, en cambio, es un duelo (que incluye personajes, tema, localización) donde un elemento debe vencer sobre el otro.
El ilustrador adaptó el comic anterior a la estructura en tres actos para mostrar la diferencia. (de nuevo, ver artículo original)

El primer cuadro muestra una situación de equilibro con la que comparar los eventos posteriores; y en el segundo hay un conflicto -problemas con la máquina expendedora. El tercero muestra el clímax de la historia: el punto álgido donde el segundo intento de la heroína "derrota" a la máquina haciendo que caiga la lata. La historia concluye cuando vemos que algo del primer acto ha cambiado como consecuencia del clímax. En este caso, nuestra heroína sin-bebida se ha convertido en una heroína con-bebida.

Esto indica que la estructura en tres actos, al contrario que el kishōtenketsu, es fundamentalmente confrontacional. Una cosa debe imponerse necesariamente sobre otra, incluso en algo mínimo como el ejemplo anterior. Esta conclusión tiene amplias repercusiones, ya que ambos formatos se aplican no sólo a la narrativa sino a cualquier tipo de escritura: de ensayos y argumentaciones hasta párrafos y frases. Por ejemplo, el lector puede releer los dos primeros párrafos de este artículo, en los que se establece una situación de base y luego se interrumpe con un problema (la existencia del kishōtenketsu). Los siguientes párrafos lidian con el conflicto entre los dos formatos. Este párrafo, que eleva el conflicto explicando el gran impacto de cada sistema en la cultura, es el inicio del clímax.

Como este autor ya ha hecho comentarios auto-referenciales, meta textuales, es apropiado que el clímax del artículo nos lleve al terreno de la filosofía postmoderna. Es una visión obsesionada con la narrativa y, quizá de forma inconsciente, con la tesis central de la estructura en tres actos. Jacques Derrida, posiblemente el filósofo post moderno más conocido, dijo que "toda la realidad era un texto", una serie de narrativas que sólo podían entenderse recurriendo a otras narrativas, y así hasta el infinito. ¿Qué tipo de narrativas son estas? Quizá un juego más amable, más kishōtenketsuano, entre la conexión y la desconexión, caos y orden? No, para Derrida, la única narrativa es la de la violencia. Como nietzscheano, creía que la realidad consiste invariablemente de una cosa dominando e imponiéndose sobre otra, en un ejercicio egoísta de voluntad de poder. La peor violencia, decía, se da cuando algo es silenciado y absorbido completamente por otra cosa, y su diferencia se borra. Aparentemente, a Derrida no le bastaba con el total control que la estructura en tres actos tiene sobre la escritura occidental: tenía que aplicarla a toda la realidad. El eurocentrismo pocas veces ha tenido un momento mejor.

El Kishōtenketsu no contiene nada de esa violencia. Los sucesos del primer, segundo y tercer acto no tienen que enfrentarse unos a otros. Pueden mantenerse separados, con la diferencia que tanto le gusta a Derrida intacta. Aunque el cuarto acto unifica la obra, de ninguna manera implica violencia sobre los tres primeros, sino que sólo extrae una conclusión de su yuxtaposición, como hace Derrida cuando interpreta una narrativa desde el punto de vista de otra. Un mundo entendido desde la perspectiva del kishōtenketsu no necesita esa violencia máxima que teme Derrida, y haría innecesaria su llamada a la deconstrucción -evitar el silencio a través de la aniquilación de la estructura. ¿Es posible que la deconstrucción nunca se hubiera concebido en un mundo regido por el kishōtenketsu en vez de la estructura en tres actos? ¿Es la estructura en tres actos uno de los elementos detrás de la visión del mundo que llama a su deconstrucción? ¿Puede la narrativa occidental de la voluntad de poder mantenerse coherente frente a una narrativa rival de Oriente? Este autor prefiere hacer estas preguntas más que contestarlas.
Ahora queridos lectores, llega el desenlace. El polvo que ha dejado el clímax se va asentando. El Kishōtenketsu genera trama sin conflicto, lo que revela la estrechez de miras de Occidente al pensar que son inseparables. La repercusión de esto se extiende a toda la escritura; y si se confía en las conclusiones de este autor, se extiende a la misma filosofía. Pese a lo anterior, debe añadirse que muchas de las mejores obras a lo largo de la historia se han construido sobre la estructura en tres o cinco actos. De ninguna manera pueden ser descartadas. SE deberían considerar como herramientas para contar cierto tipo de historias. A la vez, a este autor le gustaría terminar pidiendo una mirada renovada al kishōtenketsu en Occidente. Ofrece a los escritores la oportunidad de explorar tramas con un mínimo conflicto, o sin conflicto. Podría incluso cambiar nuestra forma de ver el mundo.