Resulta difícil escapar al juicio de los números. De viaje, miras los restaurantes mejor calificados en tripadvisor y los alquileres con notas más altas de airbnb; semana a semana hay nuevos numeritos de intención de voto y día a día –aunque ya no se comente- la cosa esa de la prima de riesgo. Y aunque me creo las cifras como todos, al menos en las cosas importantes, como dónde dormir y cenar, prefiero leer los comentarios. Exige, claro, más tiempo.
Como lectora de guión, me ha tocado muchas veces poner un numerito a la trama y otro a los personajes; a la viabilidad comercial y a la trayectoria del director. Siempre me da un poco de repelús, porque dudo de si debería calificar la idea de la trama o cómo se ha plasmado en esa versión; o si haber dirigido varias películas suma puntos en una trayectoria, o debería restar si esas películas fueron un espanto. Por eso, y siempre que no fuera un formulario estándar, yo prefería comentar en vez de puntuar. Aunque exigiera, claro, más tiempo por parte de quien tuviera que leerse el informe.
El otro día, en un jurado de guión, alguien decía que no se puede calificar una historia como un ejercicio de gimnasia. No sé cómo se puntúa a una gimnasta, pero me gustó la idea. Y en vez de cada uno sacar un cartelito con un número, sentarse a hablar: “Se ha enredado con la cinta, pero qué gracilidad al desenredarse”; “Se ha caído de morros contra el suelo, pero es que el ejercicio era el más ambicioso, y al menos lo intentó”. En nuestro caso no era, afortunadamente, uno de esos jurados en los que rellenas un formulario y lo mandas online, sino que te sientas a una mesa bastante grande y charlas, con la tarde por delante, y protestas a veces, insistes, y a veces intentas pactar. Es buena la discusión entre gente sensata y con buenas intenciones, entre gente dispuesta a razonar, a ver las cosas desde otro punto de vista, a cambiar de opinión.
La aritmética ahorra tiempo, pero no creo, como dicen, que sea más transparente ni más justa. Quizá un parlamento moderno y democrático tenga que funcionar así, por la simplicidad incontestable del número. Pero no las cosas importantes como, por ejemplo, un guión.