Hablar de mi libro

Seguro que tus amigos, como los míos, hacen cortos, publican libros, escriben obras de microteatro o tienen siempre algún proyecto en las páginas de crowdfunding. Seguro que te has acostumbrado a encontrar tu correo y las redes sociales de información de lo que estén vendiendo en ese momento. Bueno, pues yo sigo vendiendo Cuéntalo bien. Y, agradecidísima a Javier Meléndez, aprovecho su artículo para actualizar este blog.

Cuéntalo bien: el libro sobre el arte de contar bien las historias
Por Javier Meléndez Martín

Cuentachistes, cuentacuentos, aspirante a escritor, aprendiz de guionista, deberías leer Cuéntalo bien, libro de Ana Sanz-Magallón sobre el arte de contar historias (Plot Ediciones, 2007). Escrito con inteligencia por una de las pocas analistas de guion españolas reconocidas fuera de nuestro país.

La autora escribe que «no da fórmulas para narrar [...], no enseña cómo contar buenas historias; ayuda a comprenderlas. Comprendiéndolas es más fácil que puedas contarlas bien si tienes ganas, tiempo y talento». Un propósito que cumple con un estilo sencillo y cercano.

En Cuéntalo bien no hay fragmentos de guiones de Bergman como en los manuales de guion ni párrafos de Faulkner como en los de novela. Bellos fragmentos que pierden fuerza sacados de contexto y que pertenecen a obras que los lectores más jóvenes o menos instruidos desconocen.

La autora ilustra con fragmentos de sueños, relatos contados por niños, leyendas urbanas o historias de cuñados con una copa en la mano, como esta:

«Una noche —escribe Ana Sanz-Magallón— mi amigo Ramón salió de copas por Madrid. Conducía de vuelta hacia su casa bastante borracho, cuando le paró la Guardia Civil en un control de alcoholemia […]»

¿Quién no quiere saber el final de este relato?

Ana Sanz-Magallón explica que incluso las historias más breves se construyen con los mismos principios que las películas y novelas más complejas. De manera que Cuéntalo bien es un libro utilísimo porque sitúa a todos los lectores en el mismo punto de partida. ¿Quién no tiene un amigo que es un maestro de los chistes o anécdotas o un cuñado que las destroza? [En toda pareja hay quién dice: «Cuéntalo tú, que lo haces mejor»].

EL SENTIDO COMÚN

La primera lección: «las historias es, como casi todo, cuestión de sentido común». Por esto, la literatura oral (y contemporánea) que usa Sanz-Magallón nos ayuda a comprender mejor cómo se aplica el sentido común. La autora añade elementos a las historias orales, cambia el orden de las frases o elimina párrafos para mostrar cómo una buena historia acaba degenerando.

La autora nos recuerda cómo retener información, ocultarla, diseminarla, cómo y cuándo anticipar elementos. Y mientras lo hace, introduce como de pasada los nombres técnicos de narrativa que seguramente calan en los lectores que los desconocen. De esta manera, hace gala de la sencillez que sugiere para captar e incluso cautivar al público.

Historias sencillas, pero con mensaje (sin que por ello sea moralizante). Como escribe Ana Sanz-Magallón:

«Las historias, salvo excepciones, no suelen tener como finalidad transmitir un mensaje. Pero todas las historias, sin excepción, transmiten un mensaje».

HISTORIAS CON PROTAGONISTAS RESPONSABLES DE SUS ACTOS

Historia con protagonistas de carne y hueso [por esto las leyendas urbanas que mejor funcionan empiezan por «esto me pasó a mi» o «le pasó a un amigo»]. Además, han de ser «protagonistas responsables de lo que ocurre», escribe Ana Sanz-Magallón. Por esto es perfecta la historia de Ramón: pasó la noche de copas: es responsable de los incidentes absurdos tras coger el coche. Un personaje que no lo tiene fácil porque queremos que los personajes pasen dificultades, escribe la autora. (Esto explicaría que nos emocione más la historia de un padre que quiere rescatar a su hija de unos proxenetas que la historia de un grupo de superhéroes prácticamente invulnerable).

LA ORIGINALIDAD

Historias que no necesariamente deben ser demasiado originales. La autora de Cuéntalo bien usa la metáfora del turista organizado (cada minuto programado) y el turista desorganizado (¡a la aventura!). Ana Sanz-Magallón dice preferir el «término medio» y considera que la mayoría de los espectadores también. Escribe:

«Una buena historia sigue un cauce más o menos previsto, pero debe haber espacio para la improvisación».

Añado que incluso el autodenominado cine de autor sigue un cauce previsto. ¿Por qué si no reconocemos el cine de tal o cual autor?

En cualquier caso las historias deben contribuir a entender el mundo. Esta necesidad de comprender nos acerca —escribe la autora— a la religión o a la ciencia o al lenguaje simplista de los políticos.

Pero la autora deja claro que una narración sencilla no tiene por qué tratar simples. (Los diálogos socráticos son muy fáciles de leer, por ejemplo). Sanz-Magallón cree necesario que en toda historia compleja (como las novelas o las películas) el autor exponga la tesis y la antítesis. Quien no lo hace así, «juega sucio […] y sus historias solo interesarán a quienes ya piensan como el autor.

LAS PALABRAS DE GOLDMAN Y EL SENTIDO COMÚN

En el último capítulo de Cuéntalo bien se recuerda las palabras del guionista William Goldman (La princesa prometida, Todos los hombres del presidente):

«Nadie sabe nada. Es imposible predecir qué película o novela gustará al gran público». En lenguaje castizo «hay gente para todo», como escribe la autora. Sin embargo, el sentido común puede orientar al autor para contar la mejor de las historias.

Por todo esto, Cuéntalo bien es un libro que recomiendo. Es una guía para quiénes empiezan a escribir guiones o novelas, o quieren mejorar sus presentaciones en público o contar mejor las anécdotas propias y ajenas. Para los que llevan ya tiempo escribiendo de manera profesional, Ana Sanz-Magallón deja varias reflexiones que no debemos olvidar.