Guionista, subvenciones y compromiso social.

El artista tampoco está libre de la culpa y, si es inteligente, agradece al Estado su desvelo por proteger un oficio que de otra manera quizá estaría destinado a la marginalidad y la penuria. Alza su voz crítica, sí, pero casi siempre contra los políticos, que son las únicas personas con las que alguien se puede meter sin que le pase absolutamente nada. No se le ocurre morder a las grandes empresas ni a los gigantes mediáticos ni a los ejecutivos de las televisiones ni a nadie que tenga verdadero poder. Se dedica a clamar contra los grandes males de la humanidad: el hambre, las enfermedades, la pobreza, el cambio climático, como si alguien ahí fuera pudiera estar en contra de tan píos deseos.

David Trueba, en este artículo, descubierto gracias a Guionista en Chamberí