Tengo frente a mí un guión que debería haber leído hace unos días. Miro la portada, con su tan familiar courier negrita: el título, el nombre del autor, y un dato escalofriante: “versión 17”.
No tiene nada de malo que alguien reescriba su guión diecisiete o veinte veces. Tampoco es un reclamo que anime a leerlo.
A mí, personalmente, me hubiera bastado con “Versión marzo 2009”.
Como las actrices en los saraos: “¿Sí, estoy bien? Gracias... Pues me he puesto lo primero que he pillado”