Buenos propósitos para septiembre

Ha llegado septiembre, como quien no quiere la cosa. Otra oportunidad para hacer propósitos de curso nuevo, ya que los de año nuevo se quedaron ahí atrás, en la cuneta. Si los propósitos fueran como un perro, me sentiría culpable por haberlo abandonado. Pero yo me los tomo, más bien, como esos deseos de estrella fugaz, de tarta de cumpleaños o de hoguera de San Juan. O sea, que no me los creo mucho pero me hacen ilusión.
Entre mis propósitos laborales de curso nuevo están los de siempre –escribir más en este blog; apuntar cuánto tiempo dedico a cada proyecto; trabajar sentada frente al ordenador en vez de con el portátil en la cama- pero también dos nuevos: analizar menos guiones, y analizar menos los guiones.
Lo primero no requiere de muchas explicaciones: creo que tendría que aprender a decir que no –ese suspenso permanente del freelance- y tener más tiempo libre. Lo segundo: cada vez más me da por pensar que el que una historia cuadre, que su trama sea lógica hasta el último detalle, que la idea de fondo sea coherente, significativa y verdadera, que cada personaje reaccione siempre según su carácter y circunstancias, etcétera, no tiene tanto peso en el resultado final de una película como las perlas sueltas: el momentazo de emoción, el gag hilarante, el diálogo que recuerdas, la imagen impactante que sólo es una línea del guión y que hace que merezcan la pena las noventa páginas restantes.
Es todo un reto, porque me asedia el por qué mas de lo que me brota el y si, pero tal vez el esfuerzo y la energía que inviertes en no hacer trampas estarían mejor empleados buscando la trampa que mole. Y, ya que no pienso esforzarme demasiado en cumplir estos propósitos, por qué no pedírselos a la estrella, a la velita, a la hoguera de San Juan.