Un minuto de procrastinación

Para compensar lo filosófico del post anterior, aquí va un pasatiempo cinéfilo: ¿cuántas películas puedes identificar en este video de un minuto?

http://www.openculture.com/2012/02/name_that_movie_26_films_in_one_anima...

Gracias, Ximena Maier

¿Hay que desconfiar de las historias?

Aquí va una conferencia muy interesante de Tyler Cowen sobre las consecuencias de esa tendencia humana a pensar en términos narrativos. Por ejemplo: Cuidado cuando te cuentan algo que daría para hacer una buena película. Posiblemente te están contando una ultrasimplificación.

El vídeo está en inglés pero aquí va una traducción (mía, y bastante horrible) que es lo más largo que he colgado nunca en este blog.

Me dijeron que viniera a contaros historias, pero lo que me gustaría hacer, en vez de eso, es contaros por qué desconfío de las historias, por qué me ponen nervioso. De hecho, cuanto más me inspira una historia, más nervioso me pone. Las mejores historias son a menudo las más tramposas. Lo bueno y lo malo de las historias es que son una especie de filtro. Cogen un montón de información, dejan parte fuera, y se quedan con parte. Lo que ocurre con este filtro es que siempre se queda con las mismas cosas. Al final te quedan siempre las mismas, pocas historias. Dicen que todas las historias se pueden resumir en "Un forastero llegó a la ciudad". Hay un libro de Christopher Booker que dice que sólo hay siete tipos de historia. Monstruo, de pobre a rico, búsqueda, viaje y retorno, comedia, tragedia y renacimiento. No tienes que estar totalmente de acuerdo con esta lista, pero la cuestión es: si piensas en términos narrativos, te estás contando lo mismo una y otra vez.
Hicimos un estudio, pedimos a la gente que describiera sus vidas. Y lo interesante es que muy pocos dijeron "un caos". Es posiblemente la mejor respuesta. No lo digo en un sentido negativo: "caos" puede ser liberador, puede hacerte fuerte, puede ser una forma de echar mano de distintas capacidades. Pero lo que la gente dijo es "Mi vida es un viaje". El 51% querían transformar su vida en una historia. El 11% dijo: "Mi vida es una batalla". De nuevo, es un tipo de historia. El 8% dijo "Mi vida es una novela". El 5%, "Mi vida es una obra de teatro". Creo que nadie dijo "Mi vida es un reality show". De nuevo, estamos imponiendo orden sobre el caos que vemos, y recurrimos a los mismos patrones. (...) Deberíamos desconfiar de las historias. Estamos biológicamente programados para reaccionar a ellas. Contienen un montón de información. Tienen poder social. Nos conectan con otra gente. Así que son una especie de caramelo que nos dan cuando consumimos información política, o cuando leemos novelas. Cuando leemos no-ficción también en realidad nos están suministrando historias. La no-ficción es, en cierta forma, la nueva ficción. Puede que el libro diga cosas verdaderas, pero todo últimamente está adoptando la misma forma que las historias.

¿Así que cuál es el problema de fiarse demasiado de las historias? Que ves tu vida de esa manera en vez de verla como el caos que debería ser. Pero más específicamente pienso en unos cuantos problemas que ocurren cuando pensamos demasiado en términos narrativos.
Lo primero, la narrativa tiende a ser muy simple. Las historias deben comprimirse no ya en 18 minutos, sino que en realidad casi todas ellas se pueden resumir en una o dos frases. Así que cuando quitas el detalle, tiendes a contar las historias en términos de bueno - malo, ya sea una historia sobre tu propia vida o sobre política. Ahora bien, algunas cosas son el bien contra el mal. Pero, en general, estamos demasiado inclinados a contar la historia del bien contra el mal. Imagina que cada vez que cuentas una historia del bien contra el mal, estás rebajando diez puntos tu IQ. Si adoptas eso como una especie de hábito mental, creo que te vuelves listo muy rápidamente.

Un tipo de historias muy populares son las películas de Oliver Stone o Michael Moore. No puedes hacer una película y decir: "Todo fue un accidente". No. Tiene que ser una conspiración, gente tramando cosas, porque las historias hablan de intención, de voluntad. Una historia no trata del orden espontáneo ni de instituciones humanas complejas que son producto de acciones humanas pero no del diseño humano. No, una historia es sobre gente mala conspirando. Oyes historias sobre conspiraciones, o incluso sobre gente buena tramando cosas, justo como en las películas. Esto, de nuevo, es un motivo para desconfiar.

¿Cómo saber cuándo hay que ser especialmente desconfiado? Cuando oyes una historia y piensas, "Eh, eso sería una buena peli". Eso es cuando la reacción uh-oh debería asomarse, y deberías empezar a pensar más en términos de cómo posiblemente la cosa sea un poco más caótica de lo que parece.

Otra historia común: la idea de que "tenemos que ponernos duros". Lo oyes en tantos contextos.. "Tenemos que ponernos duros con los bancos" "Tenemos que ponernos duros con los sindicatos" "Tenemos que ponernos duros con ese otro país, ese dictador, alguien con quien estamos negociando". No digo que "no haya que ponerse duros". A veces sí, como con los nazis. Pero es una idea en la que caemos demasiado a menudo. Cuando no sabemos realmente por qué algo ocurrió, echamos la culpa a alguien y decimos "Tenemos que ponernos duros", como si a quien te precedió no se le hubiera ocurrido la idea de ponerse duro. Lo veo como una especie de pereza mental. Es una historia sencilla que contar: "Tenemos que ponernos duros, tenemos que ponernos duros". Debería ser una señal de alarma.

Otro tipo de problema con las historias es que sólo puedes retener unas cuantas al mismo tiempo, o a lo largo del día o incluso de una vida. Así que las historias estám sirviendo muchos propósitos distintos. Por ejemplo, sólo para levantarte de la cama por la mañana debes contarte la historia de que tu trabajo es realmente importante. Y puede que lo sea, pero yo me cuento esa historia cada mañana incluso cuando no lo es. ¿Y sabes qué pasa? Que la historia funciona. Me saca de la cama. Es una especie de autoengaño, pero el problema llega cuando necesito cambiar esa historia. La gracia de esa historia es que me saca de la cama, y yo la creo y la mantengo, y me saca de la cama. Así que cuando estoy haciendo algo que realmente es una pérdida de tiempo, en mi caos de vida, estoy demasiado atado a mi historia, la que me sacó de la cama, e idealmente yo debería tener un complejo mapa narrativo en mi cabeza, con combinatoria, con matrices de cálculo, y demás. Pero no es así como funcionan las historias. Las historias, para funcionar, deben ser sencillas, fáciles de entender, fáciles de contar a otro, fáciles de recordar. Así que las historias servirán propósitos dobles y opuestos, y muchas veces nos perderán. Yo pensaba que en el campo de los economistas, yo era uno de "los buenos", y que luchaba contra las ideas de "los malos". Solía pensar eso. Y probablemente me equivocaba. A veces puede que sea de los buenos, pero en algunas cuestiones me he dado cuenta de que no lo era, aunque no fuera uno de los malos por tener mala intención.

Una cuestión interesante acerca de los prejucios cognitivos -está muy de moda hablar de ello en los libros, de las maneras como nos equivocamos- es que estos libros no identifican lo que, para mí, es la forma fundamental en la que nos equivocamos, que es que nos contamos demasiadas historias, que las historias nos seducen en exceso. ¿Y por qué esos libros no nos lo cuentan? Pues porque los mismos libros son historias. Cuantos más libros de esos leas, aprendes algo acerca de algunos prejuicios, pero haces que tus otros prejuicios vayan a peor... Así que esos libros son parte de tus prejuicios cognitivos. A veces la gente los compra como un talismán: "Compré este libro así que ya no seré predeciblemente irracional". Es como la gente que quiere oír lo peor, de forma que psicológicamente puedan prepararse para ello, o defenderse. Por eso hay un mercado tan grande para el pesimismo. Pero pensar que comprar el libro te lleva a algún lado posiblemente sea una falacia mayor. Es la evidencia que muestra que la gente más peligrosa es la que tienen cierto conocimiento financiero. Son los que cometen los mayores errores. En cambio, la gente que se da cuenta de que apenas sabe nada acaba haciéndolo bastante bien.

Un tercer problema con las historias es que la gente nos manipula utilizándolas. Todos pensamos que la publicidad sólo funciona para otra gente, pero no es así. La publicidad funciona para todos, así que si estás demasiado apegado a las historias lo que ocurre es que llega la gente que vende un producto, y lo envuelve con una historia. Piensas: "Mira, una historia gratis", y acabas comprando el producto porque el producto y la historia van juntos. Y si piensas en cómo funciona el capitalismo, hay un condicionamiento aquí: Vamos a pensar en dos historias sobre coches. La historia A es "Compra este coche, tendrás parejas guapísimas y una vida fascinante". Hay mucha gente que tiene un incentivo económico, una motivación para propagar esa historia. Pero piensa que la historia alternativa es "No necesitas un coche tan guay como tus ingresos podrían indicar. Lo que generalmente haces es mirar a tus colegas y copiarles. Eso va bien para un montón de cosas, pero respecto a coches, simplemente compra un Toyota". Puede que Toyota tenga un incentivo, pero Toyota saca más dinero de los coches de lujo y menos de los coches más baratos. Así que si piensas en qué historias acabas escuchando, acaban siendo las de glamour, las seductoras, y de nuevo te aconsejo que no te las creas. Es gente que usan tu amor por las historias para manipularte. Da un paso atrás y piensa: "¿Cuáles son los mensajes, y cuáles son las historias que nadie tiene un incentivo, una motivación económica para contar?", y empieza a contarte esas historias, y fíjate en si alguna de tus decisiones cambia. Es una forma sencilla -nunca puedes librarte de la costumbre de pensar en función de historias- pero puedes mejorar tu forma de pensar "con historias" y tomar mejores decisiones.

Si pienso en esta charla, me pregunto, claro, qué sacaréis de ella. Qué historia os llevaréis de Tyler Cowen. Una posibilidad es la gesta: Tyler vino y nos contó que no hay que pensar tanto en términos narrativos. Esta es una historia que podríais contar acerca de esta charla. Entraría en un esquema bastante conocido. Lo recordaríais. Se la podríais contar a otra gente. Otra posibilidad es que contárais una historia de "renacimiento": podríais decir: "Solía pensar en términos narrativos, pero entonces escuché a Tyler Cowen y ahora pienso menos en términos narrativos". Esto, también, es una historia que podéis recordar, puede ser comprensible. También podríais contar una historia de profunda tragedia: "Este tipo, Tyler Cowen, vino y nos contó que no había que pensar en términos de historias, pero todo lo que pudo hacer es contarnos historias acerca de cómo otra gente piensa demasiado en términos de historias". Así que, hoy, ¿qué tipo de historia es? ¿Gesta, renacimiento, tragedia? ¿Una combinación de las tres? No sé, ni vengo a deciros que tiréis el reproductor de cds y los libros de Tolstoi. Pensar en historias es fundamentalmente humano. Hay unas memorias de García Márquez, "Vivir para contarla", que dice que usamos las historias para sacarle un sentido a lo que hemos hecho, dar un significado a nuestra vida, establecer conexiones con otra gente. Nada de esto desaparecerá, debería desaparecer ni puede desaparecer.
Pero como economista, pienso en los márgenes: ¿deberíamos pensar más o menos narrativamente? Cuando oímos historias, ¿deberíamos ser más desconfiados? Y, ¿de qué tipo de historias deberíamos desconfiar más? De nuevo, creo que son aquellas historias más satisfactorias, más inspiradoras, las que más nos gustan. Las historias que no se centran en el coste de oportunidad ni en las complejas consecuencias imprevistas de la acción humana, porque generalmente eso estropea una buena historia. Así que generalmente oímos historias de lucha, de triunfo, hay fuerzas antagonistas que son malvadas o ignorantes, hay una persona en una búsqueda, alguien haciendo un viaje, un forastero llegando a la ciudad. Esas son las categorías, pero no te entusiasmes con ellas.

Así como alternativa, en los márgenes -de nuevo, no hay que quemar a Tolstoi- simplemente sé un poco más caótico. Si yo tuviera que vivir todos esos viajes, búsquedas y batallas, me sentiría tan agobiado... Porque, ¿por qué no puedo vivir mi vida en su caótica y normalísima -dudo en usar la palabra- "gloria"?
A mí me basta, ¿de verdad tengo que seguir algún tipo de narrativa? ¿No puedo, simplemente, vivir? Hay que estar más a gusto en el caos. En el agnosticismo, y me refiero con esto a las cosas que te hacen sentir bien. Es fácil elegir unas cuantas áreas en las que eres agnóstico y decir "Soy agnóstico en religión, o política". Es una especie de estrategia para poder ser dogmático en el resto de cosas, ¿verdad? A veces, la gente más intelectualmente fiable es la que elige una sola área donde son totalmente dogmáticos. Y tú te preguntas cómo pueden creerse esa bobada... Pero les ocupa toda su tozudez, y entonces en el resto de cosas pueden tener la mente bastante abierta. Pero no creas que por ser agnóstico en algunas cosas es que estás siendo razonable acerca de tu autoengaño, tus historias y tu "mente abierta".
Esta idea de "revolotear epistemológicamente", las ideas de caos y de imperfección, de que no todos los cabos quedan atados al final en un bonito lazo, de que no estás aquí "en un viaje"... Estás aquí por alguna razón o razones complicadas y caóticas, quizá no sepas cuáles son y quizá yo no sepa cuáles son pero me alegro de estar invitado.

Cuándo analizar una historia

En la sesión del otro día del Master de guión de la Universidad de Navarra salió el tema de cuándo conviene que entre un story editor en el proceso de desarrollo. Creo que la respuesta es "ni muy tarde ni muy pronto".
Muy tarde es, por ejemplo, a la tercera versión de guión, cuando la guionista está ya saturada de notas puntuales varias de gentes varias, y por tanto psicológicamente poco preparada para que alguien llegue fresco como una lechuga y le replantee cuestiones de concepto.
Muy pronto es, por ejemplo, cuando se te ocurre una idea para una película, o escribes una página de "más o menos iría por ahí". Y entonces llega alguien con el hemisferio izquierdo del cerebro funcionando a toda máquina y pregunta por el tema de la película, o por cuál sería el segundo punto de giro, y entonces te pones a prediseñar la historia para que se atenga a un esquema predeterminado, y pasas todas tus ideas por el filtro de la lógica, y entonces escribes una historia que podía haber escupido un robot.
Un punto medio sería un tratamiento, quizá, cuando ya el hemisferio derecho se ha desmelenado y por intuición, capricho o sentido común ha recolectado una serie de "cosas interesantes" y las ha lanzado ahí, y entonces ya puede darse un análisis a ver qué cabe y qué no, y qué tiene que potenciarse o disimularse.
Hay gente que puede crear y analizar por turnos cuando está escribiendo una historia. Hay gente que crea analíticamente, "prediseñando", y le va muy bien. Y gente que crea por instinto y resulta que acierta a la primera -son los menos.
Como trabajo mejor es cuando se da una tensión entre la artista desmelenada e intuitiva que tira pal monte mientras yo voy tirando pa la ciudad. Porque si la artista tira pa la ciudad, o bien acabamos las dos en un atasco en Gran Vía o bien yo tengo que silenciar mi hemisferio izquierdo y ponerme a tirar pal monte. Que no es por no ir, pero ni es mi trabajo ni se me da nada bien.
Un gráfico de esto de los hemisferios cerebrales, aquí

Los recortes

Tranquilos, no es que de repente la horrible realidad económica haya entrado en este blog fuguista. Me refiero a los recortes en un guión, generalmente a pocas semanas de empezar el rodaje, cuando alguien mira el plan, el presupuesto, el guión, y menea la cabeza. Ese momento en el que dices: ¿para qué exactamente servía esta secuencia? ¿Qué pasa si se corta?
Suele pasar que siempre sirve para algo. Si no exactamente para "llevar la trama hacia adelante", sí para anticipar algo, para dar un poco de luz en un tramo sombrío de la historia, para revelar algo de un personaje. ¿Y qué pasa si se corta? Pues que se pierde "eso". Una opción habitual es intentar calzar ese "eso" en otra secuencia que no haya caído con los recortes. Pero suele ocurrir que a pocas semanas de rodaje el guionista (si no era el propio director) no está por allí, y si es el director no tiene la cabeza como para concentrarse en reescrituras porque está en la vorágine de la preproducción. Así que aquella frase o acción que se estuvo debatiendo horas en interminables reuniones de desarrollo se va a la basura, y es sustituida por otra frase que se tiene que escribir en media hora e incrustar a martillazos en una secuencia que también llevó varias horas de debate dejar perfecta.
Otras veces la secuencia, con su "eso", se va a la basura sin reencarnarse en otro sitio. Y entonces hay que tener cuidado con que el "eso" no tuviera su eco más adelante en la historia, un eco que ya no tiene ningún sentido y que por eso hay que extirpar. Si no, puede sobrevivir ahí agazapado y de repente, en montaje, toparte con un eco huérfano metiendo un ruido atronador en una secuencia en la que ya no puedes callarlo.
Y en ocasiones, lo que se va a la basura son subtramas enteras, y entonces agradeces esas subtramas que critican los lectores porque van a su rollo, con sus esos y sus ecos, y si las cortas de cuajo la trama principal ni lo nota.
Pero este no es un post quejumbroso sobre lo triste que es la vida y lo dolorosos que son los recortes. No, este es un post con un consejo, que me va a salir un poco marciano, y es el siguiente: Guionista, no quites de tu guión lo innecesario hasta el último momento. Imagina tu guión como un bebé "esencial" perfectamente sano, y después añádele unos encantadores ricitos y ponle guantes. En el último momento seguro que habrá que recortarlo, así que mejor los ricitos que un ojo. Eso, claro, si también vas a dirigir, o si como guionista puedes pulular por ahí en esos últimos recortes. Aunque si no es el caso, también te lo aconsejo: confía en que ya se darán cuenta de qué es imprescindible y qué no, aunque tú no estés por ahí para decirlo. Y si luego te invitan al estreno y te encuentras al bebé tuerto y con ricitos, consuélate pensando que si no fuera por los guantes podría haber perdido los dos ojos.

Thatcher y Gandhi

"Vigila tus pensamientos, porque se convierten en palabras.
Vigila tus palabras, porque se convierten en actos.
Vigila tus actos, porque se convierten en hábitos.
Vigila tus hábitos, porque se convierten en carácter.
Vigila tu carácter, porque se convierte en tu destino".
Impresionante este diálogo de "La Dama de Hierro". Para mí, lo mejor de la película. Bueno, aparte de la interpretación de Meryl Streep y la caracterización y tal y tal.
Intenté anotarlo en el teléfono pero lo había apagado, así que lo busqué en google a ver si había suerte. Resulta que no era un diálogo de Abi Morgan, guionista de la película y de chopocientas tv movies (dato interesante), sino de Gandhi. Acabáramos.

Happy Christmas

My favourite Christmas song.

"...happy Christmas your arse I pray God it's our last".

From Wikipedia:
On December 17, 1987, the Pogues and MacColl performed the song on the BBC's popular television show Top of the Pops, and it was propelled to #2 on the official UK Top 75. For the Top of the Pops appearance, the BBC insisted that MacColl's singing of "arse" be replaced with the less offensive "ass", although as she mimed the word MacColl slapped the relevant part of her body to make it clear what was meant.

On December 18, 2007, BBC Radio 1 put a ban on the words "faggot" and "slut" from "Fairytale of New York" to "avoid offence". The words, sung as Kirsty MacColl and MacGowan trade insults, were dubbed out. MacColl's mother, Jean, called the ban "too ridiculous", while the Pogues said they found it "amusing". The BBC said: "We are playing an edited version because some members of the audience might find it offensive". Later that evening Radio 1 backed down and said that after a day of criticism from listeners, the band, and MacColl's mother, they reversed the decision.

In his Christmas podcast, musical comedian Mitch Benn commented that "faggot" was Irish and Liverpudlian slang for a lazy person, and was unrelated to the derogatory term for homosexuals

La concordia

Acaba de terminar mi charla en el Master de guión de la UPSA, una visita salmantina que ya va siendo tradicional. Gracias desde aquí a los asistentes, por asistir -imagino que es obligatorio- y por participar, que no lo es tanto.
Es curioso cómo una misma conferencia, estructurada con un mismo powerpoint, va cambiando con el tiempo según lo que en ese momento me parezca más importante. Hoy, lo más importante para mí era convencer a los oyentes de la necesidad de los buenos modales en el desarrollo: buenos modales en los productores, guionistas, story editors... Gestos para hacer del desarrollo algo menos infernal. Detalles que se agradecen. Saludos, fórmulas de cortesía, elogios... un protocolo sencillísimo que reserva las broncas a lo mínimo necesario y contribuye a que reescribir un guión sea casi casi agradable.
He olvidado decir, en la charla, que después de unos años forzándote a fingir que crees que los demás aportan algo a tu guión, forzándote a escuchar a otras personas, forzándote a buscar algo positivo en el guión que detestas o en las detestables notas que te dan sobre tu guión, descubres que realmente los demás aportan algo, que cualquier guión tiene algo positivo, y que cualquier feedback es útil.
Pero sobre todo, lo que yo he descubierto con los años es que me gusta trabajar con quien no es un infierno trabajar.
Como no sé enseñar a ser un genio, procuro enseñar buenos modales. Porque, además, lo prefiero. Será que me hago mayor.

Doctor, doctor

- ¿Puedo hacerte una consulta profesional?
- Claro, adelante.
- Tengo veinte páginas de primer acto, sesenta de segundo, veinte de tercero. ¿Te parece aceptable?
He dejado sobre la mesa, pensativa, el café que me estaba preparando.
- ¿Es interesante tu segundo acto?
- Tengo un mid point muy fuerte en la página cincuenta.
- Entonces adelante -le he dicho, muy seria, y he vuelto a mi café.

El desarrollo de un guión

El próximo jueves 1 de diciembre, en Bilbao, charlaremos sobre el trabajo de lectores, analistas, story editors y script doctors.
El plural no es mayestático, es que son cuatro horas y espero no ser yo la única que hable.
Más información aquí:
http://www.sgae.es/dos-cursos-monograficos-de-la-fundacion-autor-complet...

Nuevo encuentro de guionistas

El 25 y 26 de noviembre, encuentro de guionistas en Madrid organizado por el Master de guión de la UNAV, con el título: "El guion de televisión y cine en España: ¿Rémora o tabla de salvación?".

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