Hace unos años, aquí no teníamos ni pitching ni speed dating. Antes salías en grupo y alguien te presentaba a alguien y tú ponías cara de no tener ningún interés por ligar, y entre cara de desinterés y cara de desinterés, soltabas algo que (pensabas) le iba a interesar a ese alguien. Y a veces así era, y así se formaron muchas parejas. Antes, un guionista se encontraba con un productor y hablaba del tiempo o cualquier otra cosa y luego quedaban a comer y seguían hablando del tiempo o alguna otra cosa, y en algún momento –no antes del segundo plato- el productor preguntaba al guionista en qué andaba y el guionista soltaba algo que (pensaba) le iba a interesar a ese productor. Y a veces así era, y así se decidieron muchos proyectos. Ahora, esto de ligar o de vender guiones se ha convertido en una cosa mucho más estructurada. Ahora tenemos más prisa, y hay que ser capaz de presentarse uno mismo, ser atractivo, demostrar interés sin parecer desesperado, resultar prometedor sin ser un brasas, y parecer original y diferente sin dar el cante, en cinco minutos. Ahora, en ocasiones, el aspirante está rodeado de otros veinte aspirantes intentando presentarse, ser atractivos, demostrar interés, parecer prometedores y originales y llevarse el gato al agua en esos cinco minutos. Y es lógico por tanto que la gente se prepare para ese momento decisivo, porque parece que el buen paño ya no se vende en el cofre. Al margen de mi opinión personal acerca del speed dating o las sesiones de pitching, lo cierto es que he asistido como jurado, oyente o preparadora a infinidad de estas sesiones. De pitching, ojo, no de speed dating. En el próximo post contaré algunas de las conclusiones que he sacado. Entretanto aquí va un consejo de Linda Seger, que venía a decir que si vais a vender una historia romántica, vistáis románticos. Y para una historia dura, cuero negro y pinchos. Así nos va. |
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He pasado la semana en Bournemouth, en el segundo taller de Four Corners, entre conferencias, screenings y sesiones de asesoría con tres equipos de estudiantes. Una de las charlas, a cargo del guionista inglés John Foster, trataba de "cómo escribir guiones de forma visual". Sugería una forma sencillísima de comprobar si la secuencia que has escrito es cinematográfica. Pregúntate: "¿Para qué hace falta aquí la cámara?" Si toda la información de una secuencia se da en diálogos, si las imágenes no tienen nada que aportar, quizá no estés escribiendo para cine sino para la radio. Ya sabemos todos lo del “Show, don’t tell”, o que una imagen vale más que mil palabras... Pero se puede dar un paso más: si eres guionista, ponte en la piel del director y piensa qué imágenes veremos mientras nuestros personajes hablan -suponiendo que tengan necesariamente que hablar. Y si eres guionista/director, y ya sabes lo que mostrará la cámara, cuéntaselo al lector, que no puede leer tu mente, para ayudarle a ver la película en imágenes. ¿Para qué hace falta la cámara en esta secuencia? Yo, a partir de ahora, lo voy a preguntar. |
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Ya hablé hace unas semanas de lo desalentador que es toparse con un guión que indica en su portada que es una versión 17. De lo que no hablé es de la pinta que tiene que tener una portada para que anime a alguien a leerse el guión. Pues bien, aquí va mi consejo: Título de la obra en mayúsculas, negrita, courier 12, centrado, y a unos 8 o 10 cm. del borde superior de la hoja. Nombre del autor en el mismo cuerpo, también negrita, también centrado, algo más abajo. Fecha del borrador (mes, año), que por supuesto es el mes y año en el que el guionista realiza el envío. Porque encontrarse con un "Versión Junio 2002", estando en el 2009, no debería inspirar ningún prejuicio, pero lo inspira. Si el guión ha ganado algún concurso o ha sido desarrollado en algún taller, se puede añadir discretamente -a veces se debe añadir, según las bases de ese concurso o taller. Y nada más. Ni una foto, ni advertencias sobre lo protegidísimo y registradísimo que está el material, ni una cita de un escritor conocido que tanto tiene que ver con el espíritu de la historia... También es verdad que estas indicaciones, como toda indicación, están para saltárselas. Y que las productoras, cuando envían un guión a una tele o a un posible coproductor, suelen poner unas elaboradísimas portadas con el logotipo de la compañía y demás. Pero si eres un guionista que estás en tu casa y vas a mandar tu guión, te recomiendo que en la portada sólo escribas el título, tu nombre y la fecha, en courier 12. Lo clásico nunca pasa de moda... |
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Me he topado con una cita que me ha parecido fabulosa: Google me ha encontrado las palabras exactas y en inglés: Creo que es mucho mejor la cita abreviada y traducida. En cualquier caso, el trabajo de un consultor de guión sería mucho más fácil si todos los escritores pensaran como Tom Rickman... |
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Según David Mamet, y refiriéndose al cine de su país, los guiones son tan malos porque... “el puesto de acceso a los estudios de cine es el lector de guiones. Se permite a los jóvenes recién salidos de los rigores del mundo académico mendigar un empleo que consiste en resumir guiones. Estos resúmenes serán empleados por los de arriba en sus deliberaciones. Estos neófitos captan enseguida las dos opciones: confórmate o muere. La conformidad tiene que ver con deducir lo que tal vez guste a los estudios y crearles la ilusión de que el empleado abnegado, ciñéndose rigurosamente al proceso mecánico de desbroce, puede proporcionárselo” (de "Bambi contra Godzilla") |
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Alguien escribe sobre los problemas de su guión, y explica por qué le vendría bien un asesor/consultor/story editor. Pero con otras palabras. Cito textualmente: “La estructura dramática del relato también resulta perfectible para lograr un crecimiento más efectivo del conflicto que moviliza la historia (...) Una instancia de objetivación profesional puede hacer crecer el relato dramático del film a partir de la complejización de las contradicciones del mundo íntimo del personaje central”. |
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He pasado diez días trabajando con un impresionante grupo de profesionales: diez guionistas y ocho asesores con trayectorias varias, desde modestos story editors como yo, hasta la montadora de La boda de mi mejor amigo o Apocalypse Now, o el guionista de Hook... Ha sido un taller tan interesante como intenso, y de lo más recomendable. Más información en: Mi conclusión personal, aunque no sea nada nuevo, es que hay miles de historias que contar, y miles de formas posibles de contar cada una de ellas. Todo autor debe encontrar su propio camino, y a veces sólo cuando sales de viaje descubres dónde quieres llegar. Esto tan solemne viene a decir, en castellano de a pie, que al escribir no hay que temer perderse, desandar lo andado, o abandonar la autopista para ver adónde lleva el camino de cabras. No hay que aferrarse a la ruta prefijada, ni tampoco perder tanto el Norte que ya te dé lo mismo dónde vas. En encuentros como los de eQuinoxe, es un gustazo toparse con tanta diversidad de escritores, historias, formas de trabajar. Yo he vuelto a casa inspirada, agradecida y contenta. Qué más se puede pedir. |
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Ayer se estrenó en el Festival de Málaga la película de Mar Coll, "Tres días con la familia". Hoy la crítica la pone por las nubes, lo cual no es muy sorprendente porque el pase de prensa acabó con aplausos... Mar, de 28 años, ha sabido mantener "eso" que tenía su guión -y antes, su tratamiento- que lo hacía original, auténtico, y profundamente emocionante pese a su contención y minimalismo. Una joya. |
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Acabo de volver de un fin de semana en el festival de Málaga. He visto la película del estupendo Chicho Durant, "El Premio", una producción peruana -hecha con 200.000 euros- acerca de un maestro de un pueblo de los Andes que gana la lotería. Estaba en Territorio latinoamericano. La sala estaba llena y a Chicho, la noche de la proyección, le pararon por la calle bastantes señoras para que les asegurase que el final -abierto- era un final feliz en realidad. Se estrena el 30 en el Perú, y espero que tenga toda la suerte que merece. |
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No quiero ponerme exquisita con esto del formato, pero es que hay cosas de sentido común. Cualquiera que lea: RAMÓN sobreentenderá que lo dice enfadado. Por tanto no hace falta indicar RAMÓN |
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