En diciembre de 2004, el New York Times informó sobre la publicación de un oscuro estudio científico. "Doce años de seguimiento de las llamadas de ballena de 55-Hz emitidas desde una fuente singular del Pacífico Norte" era el resultado de la investigación sobre una ballena en concreto durante su viaje desde California a las islas Aleutianas frente a la costa de Alaska que "llamaba con una voz distinta a la de cualquier otra ballena y no recibía respuesta alguna". Leviatán, de Philip Hoare |
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Del brillante y recomendabilísimo blog de Jurgen Wolff: http://timetowrite.blogs.com/weblog/2011/07/the-lone-script-doctor.html |
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Calorazo. Cigarro. Grandes proyectos desde el sofá. |
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Son tantas las palabras que se pierden... Salen de la boca, se atemorizan, y vagan sin rumbo hasta que son barridas a la cuneta como hojas secas. Los dias de lluvia puede oirse su coroque se aleja veloz: YoerabonitaNotevayastelosuplicoTambiényocreoquetengoelcuerpodecristalNuncahequeridoanadiemásqueatioYomeencuentrodivertidaPerdoname... Hubo un tiempo en que era normal ensartar las palabras en un hilo para guiarlas y evitar que se extraviaran por el camino hacia su destino. Los timidos solían llevar el carrete en el bolsillo, pero la gente pensaba que también lo necesitaban los audaces que hablaban a gritos, porque muchas veces los que están habituados a ser oidos por muchos no saben hacerse oir por uno solo. La distancia física entre dos personas que estuvieran usando el hilo no tenía por qué ser larga; a veces, cuanto más corta la distancia más necesario era el hilo. La idea de colocar vasos en los extremos del hilo llegó mucho después. Hay quien dice que se debió al irreprimible impulso de acercarnos caracolas a los oídos, para oír el eco de la primera expresión del mundo. Otros aseguran que la inició un hombre que sostenía el estremo de un hilo que iba soltando por el océano una muchacha que se fue a América. Nicole Krauss, "La historia del amor" |
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Ahí estaré (D.M.) el lunes 27 de junio... |
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Hace unos años -últimamente prefiero no calcular cifras exactas en lo que a tiempo se refiere- estuve trabajando en el guión de un thriller pasional ambientado en un canódromo. Para mí era un cuento de hadas -de hadas chungas- con un anciano rey, un paje leal, un caballero recién llegado de un reino vecino y una princesa triste. Había hasta un dragón por gramos acechando a la princesa... Con su director y guionista estuve varias semanas hablando del amor y de los sueños y de la estructura en tres actos, la maternidad y las pistolas. Hablando de las liebres de trapo que persiguen los galgos, que parecen apetecibles viéndolas de lejos, y al alcanzarlas resulta que son un peluche infecto. Hace un par de semanas se estrenó Bestezuelas, y pensé al salir del cine que a veces sí merece la pena la carrera. Gracias, Carlos, por darnos -también a Dudo-, un final feliz. |
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Se acabaron los manuales de guión, las broncas en los procesos de desarrollo por las diferentes opiniones, el bloqueo del escritor y hasta esa expresión de "Para gustos, colores". Por fin llega la ciencia exacta a la narración de historias. Gracias, Ginés López Oliver, por traer esta brillante aportación. En este link se puede ver más grande: |
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"Cuando se llega a cierta edad, uno deja de ser el protagonista de sus acciones: todo se ha transformado en puras consecuencias de acciones anteriores. Lo que uno ha sembrado fue creciendo subrepticiamente y de pronto estalla en una especie de selva que lo rodea por todas partes, y los días se van nada más que en abrirse paso a golpes de machete, y nada más que para no ser asfixiado por la selva; pronto se descubre que la idea de practicar una salida es totalmente ilusoria, porque la selva se extiende con mayor rapidez que nuestro trabajo de desbrozamiento y sobre todo porque la misma idea de ‘salida’ es incorrecta; no podemos salir porque al mismo tiempo no queremos salir, y no queremos salir porque sabemos que no hay hacia dónde salir, porque la selva es uno mismo, y una salida implicaría alguna clase de muerte o simplemente la muerte. Y si bien hubo un tiempo en que se podía morir cierta clase de muerte de apariencia inofensiva, hoy sabemos que aquellas muertes eran las semillas que sembramos de esta selva que hoy somos. Mario Levrero, "El discurso vacío"; gracias Jesús Olmo por enviar la cita. |
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Una recomendación de Marta Rodríguez, de Escándalo Films, que le agradezco con toda el alma. ¡A disfrutar de esta piazo secuela! |
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Gente en la que confío ha recomendado "Salva al gato", de Blake Snyder. Creo que ya hará más de un año que dije en este blog que, si lo leía, lo comentaría aquí. Bueno, pues lo he leído. Vaya por delante que creo que nunca está de más leer manuales, asistir a cursos, enterarse de la opinión de los guionistas sobre la escritura y sus problemas... Y no cabe duda de que "Salva al gato" puede resultar interesante, y que desde luego huye de la pedantería, lo cual es muy de agradecer. Pero a mí, personalmente, se me ha indigestado. Si ese tono enrollado es mi tono, como alguna vez me han dicho, prometo firmemente nunca más volver a utilizarlo. No me gustan las películas que Blake Snyder pone de modelo; ni me gusta la mención constante a por cuánto vendió un guión; ni siquiera creo que su forma de buscar el éxito comercial -que confiesa sin rubor que es lo que se propone, y lo aplaudo- sea la mejor forma de conseguir el éxito comercial. En fin, que será estupendo pero que no me gusta, como no me gustan los percebes ni el caviar. En cambio, y ya que estaba en pleno ataque de lecturas profesionales, estoy disfrutando con "Las paradojas del guionista", de Daniel Tubau. Ya lo comentaré en otra ocasión, pero de momento aquí dejo un par de párrafos hablando de "La Masa": "El mismo espectador que acepta como verosímiles en el mundo de la ficción los viajes a la velocidad de la luz, un instituto para magos que existe en un plano paralelo al mundo ordinario o una extraña civilización llena de orcos, hobbits y elfos, no aceptará algo tan sencillo como que un hombre normal y corriente pueda arrojar a su enemigo al otro lado de la Quinta Avenida con sólo la fuerza de su brazo. Pero si ese hombre ha sido bombardeado con rayos gamma, entonces sí parecerá razonable que lance a sus enemigos al otro lado de la Quinta Avenida, cuatro calles más allá o al estado vecino, o que recorra Estados Unidos en unos cuantos saltos, como hace ese hombre normal y corriente cuando se convierte en La Masa. Curiosamente, la inverosimilitud de arrojar a un hombre al otro lado de la Quinta Avenida se hace verosímil gracias a una inverosimilitud mayor, porque, desde el punto de vista de las leyes de la física que rigen nuestro universo, parece más fácil aceptar que un tipo normal y corriente arroje a su enemigo al otro lado de la calle que el que alguien sea bombardeado con rayos gamma y que no sólo sobreviva, sino que además adquiera superpoderes, y que cuando se ponga nervioso el cuerpo le crezca varios metros, y toda su ropa quede destrozada, excepto la parte de arriba de los pantalones, que le sigue cubriendo sus ahora monstruosas vergüenzas". |
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